Entre las cosas que me llaman la atención del callejeo Tokyota siempre hay detalles y detallines, simplezas y obviedades.

Una de ellas es el uso indiscriminado de paraguas transparentes.

Cuando los vi la primera vez pensé, «Oh! qué buena idea! Por qué en Europa no…?»…silencié mis pensamientos durante unos segundos para continuar caminando y observando… aprecié como a pesar de la densidad de población nadie se chocaba contra mí (con o sin paraguas), pero en tardes de lluvia atroz es muy útil poder ver a través del translúcido pvc que te protege de la lluvia, no?.

En los días de lluvia, los paraguas de plástico transparente van de mano en mano por las calles de Tokyo. Estos paraguas de Konbini (24 horas) te salvan del temporal por  600 ¥ (Menos de 5 €). Su vida es tan corta como los son sus frágiles varillas. Se usan hasta que se van destruyendo, y en un acto romántico y social se van apartando, dejando en esquinas. Como en un «umbrella crossing» vamos «Los otros», utilizando los restos del naufragio, tratando de que la intensa lluvia no nos cale el alma.

Su diseño es escueto, ni marcas ni señas de identidad, nada que te ayude a distinguirlo cuando lo dejas a la puerta de la Izakaya donde te metiste para guarecerte del temporal. Paraguas comunitarios! Eso son! que te dejan ver lo que viene por los lados, y que cuando llegan rachas de fuerte viento puedes ponerlos como escudo y seguir viendo hacia donde te diriges!

Una maravilla de la técnica!

Animales de escueta existencia! Cediendo su valía a cambio de tres o cuatro tardes de tormenta!

Tanto cariño le puso el mío, que me lo llevé a Miyazaki a  que recorriese otras tierras, con tan mala suerte que juntos asistimos a los primeros días de la estación de lluvias, el pobre luchaba y yo me esforzaba en colocarlo de la mejor manera posible, en alargar su vida y al final… se quedó en el aeropuerto. Supongo que esperando otra mano, una de tantas. Allí, fuera de su hábitat Tokyota, alejado de los neones…aquel fue un paraguas transparente con exclusiva existencia, paseando por Aoshima, sin miedo a la noche en una estación rural, escuchando como yo trataba de hablar japonés un poco más rápido no sin ciertas dificultades…

Son pequeños detalles, nimiedades que forman un conjunto, una imagen que finalmente te llevas, objetos sencillos y cotidianos que cobran vida…

En Tokyo gris, negro y transparente, humanos que corren al cruzar Shibuya rumbo a la estación más cercana, elemento que hace más homogéneo el camino, que disculpa el color…que se convierte finalmente en un accesorio más de ese «otro planeta», al final la belleza siempre está en las pequeñas cosas!

Hay momentos que sólo se pueden explicar cuando tú, a mí lado ves como ahora mismo se me ponen los pelos de punta, quizás recuerdo, quizás añoro, bajo la lluvia Tokyota con paraguas transparente…

Los que visteis Lost in Translation antes y después de ir a Japón sabréis de lo que estoy hablando. Los que habéis cruzado la tormenta y las noches de lluvia también!

Y si, me he acordado de estos paraguas transparentes porque parece que, al fin, están llegando a Europa…pero sabéis qué? No es lo mismo!